miércoles, 5 de mayo de 2010

¿Se puede regular el «sexting» en menores de edad?

“¿Qué hago?”, me ha preguntado una amiga profesora que recién descubrió a un par de alumnos haciendo sexting. El sexting (etimológicamente, de la fusión de las palabras sex + texting) es una práctica que consiste en el intercambio de imágenes o videos de contenido erótico a través de teléfonos móviles. Aunque el envío de este tipo de contenidos es común desde hace tiempo en Internet, el sexting es una tendencia que comienza a hacerse común entre niños y adolescentes.


Una encuesta de Bussiness Wire, publicada el año pasado, muestra que cerca del 20% de los adolescentes hacen sexting, y de este porcentaje, un 80% son menores de 18 años. Mientras que el 60% de los que intercambiaron material de este tipo aseguran haberlo enviado a su novio/a, un 11% admite haber enviado este contenido a otra persona.


El problema radica en la rápida propagación del material, lo que provoca que fácilmente pueda caer en manos de terceros. Esta práctica abre la pregunta sobre la producción de pornografía infantil. ¿Puede acusarse a un menor de posesión de este tipo de material si él es también menor de edad? ¿Se puede asegurar que hay consentimiento al realizarse el envío de imágenes? ¿Qué pasa cuando este material pasa a manos de un adulto? También queda en el aire el grooming: la aberrante práctica de un adulto que se hace pasar por un menor para que éste acceda a enviarle fotografías y/o videos eróticos.

En Estados Unidos ha habido esfuerzos por legislar en torno al sexting. Por ejemplo, algunos estados han modificado sus leyes para evitar que se imputen cargos de producción o distribución de pornografía infantil a los adolescentes implicados en casos de sexting. También se ha tratado de despenalizar el envío consentido de imágenes entre mayores de 13 años. Ya no hablemos de otros países, en los que las leyes en torno a este tipo de situaciones es prácticamente inexistente.

¿Se puede regular el sexting en menores de edad? Como en muchos casos, la solución está en la educación. Por ejemplo, el Instituto para la Comunicación Responsable Móvil y en Línea, una asociación civil en Nueva Jersey, ha desarrollado el programa Sexting is Stupid (El sexting es estúpido) para educar a la comunidad. Con iniciativas como ésta, la respuesta no está en la prohibición, sino en hacer comprender a los adolescentes la responsabilidad del intercambio de imágenes o videos de contenido erótico. Ése es nuestro deber.

Fuente: alt1040

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